«CONFIAR EN TI MISMO NO GARANTIZA EL ÉXITO, PERO NO HACERLO GARANTIZA EL FRACASO»
– ALBERT BANDURA
La enorme popularidad de la autoestima ha hecho que se convierta en un término un tanto desvirtuado y confuso, y es cierto que la comunidad científica no se pone de acuerdo sobre cuál es su función ni cuáles sus beneficios (Brown y Marshall, 2006). Unos dicen que un nivel alto de autoestima es esencial y da sentido a la vida (Pyszczynski, Greenberg, Solomon, Arndt, y Schimel, 2004), mientras otros opinan que no tiene valor y que puede llegar a convertirse en una carga (Baumeister, Campbell, Krueger, & Vohs, 2003).
- ¿Qué es la autoestima?
- ¿Cómo es mi autoestima?
- Los beneficios de la autoestima
- Resultados experimentales
- Pensamientos, emociones y conductas habituales de alguien con baja autoestima
- ¿Se puede aumentar la autoestima? ¿Existe un tratamiento?
¿Qué es la Autoestima?
Al referirnos a la autoestima, generalmente nos referimos a la evaluación que cada uno realiza sobre sí mismo y los sentimientos que ese juicio provoca (Leary y Baumeister, 2000). La autoestima es más o menos estable en el tiempo (Orth y Robbins, 2014) y se trata de una valoración subjetiva. De hecho, según la mayoría de estudios realizados, las personas con alta autoestima no poseen más talento, no son más inteligentes, ni más atractivas, ni superiores en ningún aspecto a las personas con baja autoestima (Baumeister, 1991).
PERO las personas con una autoestima alta creen que son mejores, evalúan como mejores sus capacidades, aptitudes y habilidades y sus emociones hacia ellos mismos son más positivas.
Las investigaciones confirman que una autoevaluación positiva y una visión un tanto inflada del valor y habilidades son propias del pensamiento normal y contribuyen a la salud mental y al bienestar (Taylor y Brown, 1988). Tendemos a distorsionar la realidad para proteger y realzar nuestra autoestima.
Aclaremos que un énfasis exagerado en el gusto por uno mismo y una deformación de la realidad excesiva, dejan de ser beneficiosos y pueden llevar al egocentrismo, ensimismamiento y falta de preocupación por los demás (Seligman, 1995).
Y ¿qué pasa con la gente que tiene baja autoestima?
Al contrario de lo que se piensa, alguien con baja autoestima no tiene una opinión negativa de sí mismo. Sería más bien una opinión neutra o menos positiva. Curiosamente, al igual que las personas moderadamente deprimidas, las personas con baja autoestima demuestran la ausencia de distorsiones y su autoevaluación es má cercana a la realidad (Mann, Hosman, Schaalma y deVries, 2004).
Hay determinadas personas que experimentan odio o aversión por ellas mismas, pero se trata de casos extremos y que, generalmente, pertenecen a poblaciones clínicas (Baumeister, Tice y Hutton, 1989).
¿Cómo es mi Autoestima?
Veamos unas situaciones hipotéticas (University of Washington, 2013):
a) Tu jefe te pide que prepares un informe en el que tienes que recomendar un proyecto. Tras dedicarle un tiempo considerable, decides que el proyecto ”X” debería ser aprobado y, cuidadosamente, preparas tu informe. Se lo entregas a tu jefe, que, después de leerlo, rechaza tu recomendación.
b) Se acerca la hora de la comida y comentas que te apetece salir a que te dé el aire. Ves a tres compañeros tuyos hablando entre ellos y a las 14:00 se van de la oficina a comer sin decirte nada.
¿Cómo te afectarían estas experiencias? ¿Te sentirías mal? ¿Enfadado? ¿Afectarían en el modo que te sientes contigo mismo?
En psicología muchos de los estudios realizados para observar las consecuencias de la autoestima se han centrado en la manera de afrontar un feedback negativo. Las personas con baja autoestima se sienten heridas, avergonzadas y humilladas consigo mismas después de experiencias como las anteriores, lo que les lleva a pensar que carecen de valor y que se las rechaza. En el caso de personas con una autoestima alta, aunque viven este tipo de situaciones como desagradables, no se sienten humilladas ni avergonzadas (Brown & Dutton, 1995); parece que son más conscientes de sus habilidades y su valor y un fracaso no modifica el concepto global que tienen de sí mismos (Baumeister, 2013).
Podríamos decir que alguien con una autoestima pobre generaliza al fallar y piensa que todo lo hace mal o que no vale. Sin embargo, si alcanzan sus metas, no se sienten así. Los sentimientos que tienen respecto a sí mismos son inestables y fluctúan con frecuencia (Baumeister, 2013). Un día pueden sentirse muy bien y poco después, se pueden hundir con facilidad.
Los Beneficios de la Autoestima
No parece que haya duda en que tener una autoestima elevada resulta más conveniente (Evans, 1997). A pesar de que los beneficios de una autoestima positiva se han resumido en dos basicamente (Emler, 2001), es necesario comprender su relevancia:
- Las personas con una autoestima alta presentan mayor nivel de iniciativa: es gente más propensa a acercarse a un extraño y entablar conversación, a dar su opinión en un grupo, a tener ideas más firmes, a ser más persistente, etc.
- La autoestima alta está relacionada con una serie de emociones positivas para las personas: son gente más feliz, se recuperan mejor de las adversidades, afrontan mejor el estrés y son menos propensos a los cambios emocionales.
Las implicaciones de estos factores son muy importantes, en la próxima sección veremos algunas.
Resultados Experimentales
Hay que tener en cuenta que cuando hablamos de estos datos, hablamos de correlaciones y no de relaciones causales. De hecho muchos estudios no excluyen la posibilidad de que una baja autoestima pueda ser también considerada como una consecuencia de los problemas a los que se asocia (Mann et al., 2004).
- Motivación
Las personas con baja autoestima dirigen sus acciones a ocultar sus fallos o prevenir pérdidas adicionales de autoestima (autoprotección), mientras que las personas con alta autoestima están motivadas a presentarse a sí mismas de manera positiva y ensalzarse (autoensalzamiento) (Bausmeister, 1991). Una persona con una autoestima pobre estará motivada por el miedo a fracasar, mientras una persona con autoestima positiva estará motivada por obtener un éxito.
- Protección Contra el Estrés y Enfermedades Físicas
Una autoestima positiva protege contra el estrés y las enfermedades físicas, salvaguardando a las personas del miedo y de la incertidumbre. Esto se refleja en la calidad de vida de las personas con enfermedades crónicas, en los niveles de supervivencia pos-operatorio y en el pronóstico funcional tras sufrir un ictus, entre otros (Mann et al., 2004).
- Selección de Objetivos
Las personas con autoestima positiva ajustan sus objetivos de una manera más precisa a sus habilidades y capacidades, se centran más en sus puntos fuertes y optimizan sus resultados. Las personas con baja autoestima, al dudar sobre sus capacidades y habilidades, tienden a seleccionar peor sus objetivos (University if Washington, 2013).
- Persistencia
Tras la experiencia de fracaso, las personas con baja autoestima empeoran su rendimiento. Esto sucede por dos razones. En primer lugar porque se preocupan y centran su atención en ellas mismas, en vez de en la tarea asignada. La segunda razón es que son menos persistentes, su motivación disminuye ante la posibilidad de volver fracasar y abandonan antes (University of Washington, 2013).
- Perfiles de Iniciativa
La conducta de las personas con un perfil de baja autoestima suele ser conservadora. Rechazan arriesgarse, principalmente para evitar el daño psicológico producido por tomar una mala decisión (Josephs, Larrick, Steele y Nisbett,1992). Por eso este grupo de personas buscan estrategias más seguras, aunque potencialmente sean menos beneficiosas.
- Influencias Externas
Las personas con una autoestima pobre presentan más probabilidad de cambiar de opinión si alguien intenta disuadirles (Janis, 1954). Se adaptan al grupo y a menudo no se atreven a llevar la contraria por miedo a equivocarse. Son más propensos a escuchar consejos, pedir opinión y a ser flexibles en sus juicios, lo que puede resultar beneficioso, pero denota una falta de seguridad en sus propios criterios.
- Autoboicot
Es frecuente que las personas con baja autoestima pongan impedimentos o barreras ante sus propias metas, como una estrategia de protección, ya que esto les permite preservar una imagen de competencia (Tice, 1991). Por ejemplo, ante un examen difícil un alumno puede elegir no estudiar, lo que no pondría en riesgo su integridad porque el suspenso sucedería por la falta de estudio y no por la falta de inteligencia o capacidad.
*No hay que olvidar que las personas con una autoestima inflada también ponen barreras ante sus propias metas, aunque su razón es diferente; a causa de su sobre-confianza y pensamiento inflado, no afrontan la situación con la estrategia adecuada. Continuando con el ejemplo de arriba, en este caso el alumno elegiría no estudiar o estudiar muy poco pensando que aprobará sin dificultad.
- Asertividad
La asertividad es una habilidad que se refiere a la comunicación. Ser asertivo implica que uno es conocedor de sus derechos y que es capaz de defenderlos sin transgredir ni amenazar los de los demás ni permitir de manera sumisa que otros ignoren o pongan en duda su opinión. En este ámbito, no son pocos los estudios que correlacionan una autoestima positiva con la asertividad (Castayer, 1999).
En resumen, los resultados de la investigación muestran los beneficios de una autoestima positiva, asociada al bienestar y al ajuste social de las personas entre otros. También observamos que una baja autoestima se vincula a determinados perjuicios. Y es que parece que las creencias y evaluaciones que las personas tienen de sí mismas determinan quiénes son, qué pueden hacer y en qué se pueden convertir.
Pensamientos, Emociones y Conductas Habituales de Alguien con Baja Autoestima
Aquí hay algunos ejemplos comunes; por supuesto todas las personas son diferentes y no definen a todos los individuos.
- Tiene dificultades en identificar sus cualidades positivas y las que sí reconoce a menudo son infravaloradas y minimizadas
- Piensa que no va a ser capaz de conseguir sus metas o que para ello necesitará ayuda
- Tiende a compararse
- Independientemente de sus logros, no está del todo satisfecho consigo mismo
- Se evalúa frecuentemente y piensa que los demás también lo hacen
- No se cree alguien especialmente interesante
- Se siente culpable cuando falla o alguna cosa no sale como había planeado
- Tiene miedo a fracasar y a menudo evita retos o los abandona con facilidad
- Las críticas le resultan dolorosas y le cuesta aceptarlas
- Personaliza con frecuencia
- Tiene miedo a equivocarse y es indeciso
- Siente ansiedad
- Experimenta cierto alivio ante el fracaso de los demás al sentir que no es el único que puede fallar
- Es influenciable
- Cuando comete un error, se excusa repetidamente o intenta desplazar la responsabilidad
- En algunos casos intenta compensar su falta de autoestima enfatizando alguna faceta en la que se siente seguro
- Busca la aprobación externa
- Le cuesta ser asertivo
¿Se Puede Aumentar la Autoestima? ¿Existe un Tratamiento?
Es normal que la gente que tiene problemas de autoestima quiera cambiar este aspecto de su personalidad pero la autoestima es una característica más o menos estable y bastante resistente al cambio (Swann, 1996). Sin embargo esto no quiere decir que no se pueda modificar. Además, sea cual sea el nivel de autoestima, podemos trabajar para que esté de nuestro lado y no en nuestra contra.
Tras estudiar cada caso, el objetivo de la terapia será desarrollar un programa con las distintas técnicas necesarias para abordar el problema de autoestima. Dentro de este espectro se utilizan técnicas como la modificación de pensamientos y creencias irracionales, la autoaceptación a través del mindfulness, el desarrollo de las habilidades sociales, etc.
El objetivo de la intervención es que el usuario defina y trabaje por alcanzar sus metas, comprenda sus emociones y se acepte como único y genuino; que logre superar sus miedos e inseguridades sin recurrir a hábitos autodestructivos y mejore sus relaciones con los demás y consigo mismo.
Referencias
Barry, C. T., Frick, P. J., & Killian, A. L. (2003). The relation of narcissism and self-esteem to conduct problems in children: A preliminary investigation. Journal of Clinical Child and Adolescent Psychology, 32(1), 139-152.
Baumeister, R. F. (Ed.). (2013). Self-esteem: The puzzle of low self-regard. Springer Science & Business Media.
Baumeister, R. F., Campbell, J. D., Krueger, J. I., Vohs, K. D. (2003). Does high self-esteem cause better performance, interpersonal success, happiness, or healthier lifestyles? Psychological Science, 4, 1-44.
Brown, J. D., & Dutton, K. A. (1995). The thrill of victory, the complexity of defeat: self-esteem and people’s emotional reactions to success and failure. Journal of personality and social psychology, 68(4), 712.
Brown, J. D., & Marshall, M. A. (2006). The three faces of self-esteem. In M. Kernis (Ed.), Self-esteem: Issues and answers (pp. 4-9). New York: Psychology Press.
Baumeister, R. (1991). Self-Concept, Self-Esteem and Identity. In Derlega, V. J., Winstead, B. A., & Jones, W. H. Personality: Contemporary theory and research (262). Nelson-Hall, Inc.
Campbell, J.D. (1990). Self-esteem and clarity of the self-concept. Journal of Personality and Social Psychology, 59, 538-549.
Castayer, O. (1999). La asertividad: Expresión de una autoestima sana. Bilbao: Desclèe de Brouwer.
Emler, N. (2001). Self-esteem: The cost and causes of low self-worth. York, Inglaterra: York Publishing Services.
Evans, D.R. (1997) Health promotion, wellness programs, quality of life and the marketing of psychology. Canadian Psychology , 38, 1–12.
Janis, I.L. (1954). Personality correlates of susceptibility to persuasion. Journal of Personality, 22, 504-518.
Josephs, R. A., Larrick, R. P., Steele, C. M., & Nisbett, R. E. (1992). Protecting the self from the negative consequences of risky decisions. Journal of Personality and Social Psychology, 62, 26-37.
Leary, M. R., & Baumeister, R. F. (2000). The nature and function of self-esteem: Sociometer theory. In M. P. Zanna (Ed.), Advances in experimental social psychology (Vol. 32, pp. 1–62). New York, NY: Academic Press.
Mann, M. M., Hosman, C. M., Schaalma, H. P., & De Vries, N. K. (2004). Self-esteem in a broad-spectrum approach for mental health promotion. Health education research, 19(4), 357-372.
Orth U.; Robbins R.W. (2014). «The development of self-esteem». Current Directions in Psychological Science. 23 (5): 381–387. doi:10.1177/0963721414547414.
Pyszczynski, T., Greenberg, J., Solomon, S., Arndt, J., & Schimel, J. (2004). Why do people need selfesteem? A theoretical and empirical review. Psychological Bulletin, 130, 435-468.
Seligman, M. E. (1995). The optimistic child. Boston: Houghton Mifflin.
Swann, W. B. (1996). Self-traps: The elusive quest for higher self-esteem. New York: Freeman
Sowislo, J. F., & Orth, U. (2013). Does low self-esteem predict depression and anxiety? A meta-analysis of longitudinal studies.
Tice, D. M. (1991). Esteem protection or enhancement? Self-handicapping motives and attributions differ by trait self-esteem. Journal of Personality and Social Psychology, 60, 711-725.
Taylor, S. and Brown, J. (1988) Illusions and well-being: a social psychological perspective on mental health. Psychological Bulletin,103.193–210.
University of Washington (2013). Chapter 8: Self-Esteem. Obtenido en http://faculty.washington.edu/jdb/452/452_chapter_08.pdf