Lo contrario a tener la autoestima baja, no es tener la autoestima alta, sino aceptarse a uno mismo. La autoaceptación implica no juzgarse, significa conocerse y sentir satisfacción con uno mismo, comprendiendo que cada persona tiene un valor único.
Aceptarse es el inicio de la mejoría.
«La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar» – Carl Rogers
Autoaceptarse tiene dos componentes principales:
- Reconocer y disfrutar de los éxitos propios.
- Reconocer y sentirse cómodo con las debilidades, errores y fracasos, sin que éstos determinen nuestro valor.
Como soporte en el proceso de autoaceptación, ponemos en práctica la atención plena o Mindfulness, tomando conciencia de nuestras experiencias presentes desde una perspectiva de aceptación. Interiorizamos la atención para regular las emociones, externalizar las habilidades adquiridas y aplicarlas cuando tenemos dificultades. La atención plena favorece la libertad ante los juicios y ayuda a sentirnos presentes en vez de atrapados en el pasado o angustiados por el futuro.