El individuo ha experimentado la muerte de un familiar hace al menos 12 meses.
Desde el fallecimiento, ha experimentado al menos uno de los siguientes síntomas, casi diariamente o en grado intenso o perturbador:
(a) anhelos perturbadores y fuertes por lo que se ha perdido (en los niños pequeños, el anhelo se puede expresar en el juego y la conducta, incluyendo la separación-reunión con los cuidadores),
(b) dolor intenso por la separación,
(c) preocupación por el difunto, y
(d) preocupación por las circunstancias del fallecimiento (en los niños, esta preocupación por la persona fallecida puede ser expresada a través de los temas de juego y el comportamiento y se puede extender a la preocupación por la posible muerte de otras personas cercanas a ellos).
El dolor por la separación: desde el fallecimiento, ha experimentado por lo menos seis de los siguientes síntomas, casi diariamente o en un grado intenso o perturbador:
(a) dificultades marcadas para aceptar la muerte (en los niños, esto depende de la capacidad del niño para comprender el significado y la permanencia de la muerte),
(b) aturdimiento,
(c) dificultad para recodar positivamente al fallecido,
(d) evaluaciones desadaptativas sobre uno mismo en relación al difunto o la muerte (por ejemplo, sentimiento de culpa),
(e) tristeza o ira, y
(f) evitación excesiva de recordatorios de la pérdida (por ejemplo, la evitación de las personas, lugares o situaciones relacionadas con el fallecido). Nota: en los niños, esto puede incluir la evitación de pensamientos y sentimientos con respecto a la persona fallecida.
Interrupción de la identidad social:
(g) deseo de morir para estar con el fallecido,
(h) dificultad para confiar en los otros,
(i) sentirse solo,
(j) sentir que la vida no tiene sentido,
(k) confusión sobre su propia identidad o papel en su vida, y
(l) dificultad o reticencia para marcarse metas futuras.
La alteración provoca malestar clínicamente significativo o deterioro en las áreas social, ocupacional o de otro tipo de funcionamiento.
La reacción de duelo debe ser desproporcionada o no acorde con las normas culturales, religiosas o adecuadas a la edad.
Especificar si:
Con duelo traumático: posterior a una muerte que ocurrió bajo circunstancias traumáticas (por ejemplo, el homicidio, el suicidio, el desastre o accidente), hay pensamientos persistentes, frecuentes y angustiantes, imágenes o sentimientos relacionados con las características traumáticas de la muerte (por ejemplo, el difunto grado de sufrimiento, lesión horrible, la culpa o la de los otros para la muerte), incluso en respuesta a los recordatorios de la pérdida.
Referencias
Barreto, P., de la Torre, O., & Pérez-Marín, M. (2012). Detección de duelo complicado. Psicooncología, 9(2/3), 355.